En el mundo hispano es paradigmática la fiesta de los muertos que se celebra en México a primeros de noviembre.
Me ha impactado el artículo de Cristina Rivera Garza en El País del domingo, 1 de noviembre, donde nos invita a reflexionar sobre la necesidad de vivir el duelo.
«Cuando los padres de los estudiantes de Ayotzinapa nos instaron a no olvidar, a mantener presentes a nuestros muertos, se situaron en esa tradición mesoamericana y católica que nos invita a mantener abiertos los canales a través de los cuales los vivos y los muertos nos damos la cara, nos reconocemos y coexistimos, y tal vez, incluso nos intercambiamos»