Siguiendo con el tema de las funciones comunicativas en la enseñanza de ELE, quisiera hacer notar varias consideraciones.
La primera es que en principio, en todos los idiomas las funciones son las mismas. Es decir, en todas las lenguas habrá una o varias formas lingüísticas para saludar, dar las gracias o dar el pésame. Bueno, habrá algunas funciones que existan en alguna lengua y no en otras, dependiendo de las necesidades y costumbres de los hablantes. Es un poco como el ejemplo de los nombres que recibe el color blanco de la nieve en la lengua de los habitantes del Polo Norte. Ellos necesitan doce o trece palabras para expresar lo que para nosotros es simplemente “blanco”, por razones de supervivencia. Pero, básicamente, casi todas las funciones comunicativas son comunes a casi todas las lenguas. Si no fuera así, no sería posible la traducción¿no?
A la hora de la enseñanza esta consideración es importante porque un profesor que puede hablar la misma lengua de sus alumnos, puede decirles, en su lengua: “Hoy vamos a aprender cómo se da el pésame en español”, (o …como se ofrece ayuda o se pide matrimonio a un novio etc). Es importante para ayudar al estudiante a saber “cómo se hace algo” en español. Aparte de eso, no considero necesario que se le pida al alumno memorizar o reflexionar mucho sobre las funciones hasta tal punto de pedirle, por ejemplo:
Sabemos que el aprendizaje está limitado por la capacidad del cerebro para procesar y retener (memorizar) información; por tanto, obligar al aprendiente a estudiar metalenguaje funcional, sería como pedirle:
Absurdo, ¿no?
Sin embargo, cualquiera de las dos actividades sería pertinente para un futuro (o presente) profesor de español.
La segunda consideración importante es que muchas muestras de funciones comunicativas se aprenden “formulaicamente”, es decir, sin analizar cada una de sus partes. Por esta razón son tan útiles como necesarias las muestras de conversaciones que se les da a los estudiantes, que deben comprender oralmente, repetir y memorizar como parte importante del proceso de aprendizaje. Y ya no se trata solo de interacciones sencillas en la tienda, en el bar, o en la taquilla del cine, sino de funciones que exigen mayor esfuerzo cognitivo por su dificultad, como:
- ¿Qué te pasa? Tienes mala cara.
- Es que el médico me ha mandado muchas pruebas y no sé por qué. / Es que me han mandado una carta del banco diciendo que tengo que pagar 10.000 euros.
- No te preocupes, anímate, ya verás cómo no es nada. / ya verás como al final todo se arregla.
Claro que sería ideal que el estudiante aprendiera esas funciones de forma natural, en conversaciones auténticas, in vivo mejor que grabadas… pero ¿cuánto tiempo le llevaría?
Por ello, como profesores y autores de materiales tenemos la obligación de crear y presentar las muestras de lengua, así como de ofrecer oportunidades para practicar todas las funciones posibles dentro de nuestra clase.
Por último, y pensando también en los límites de la mente para memorizar y retener información, así como el tiempo necesarito para ello, quería destacar la importancia del metalenguaje gramatical indispensable para seguir aprendiendo un idioma. Desde el punto de vista de la pragmática, el ejemplo más estudiado es el de los valores del imperativo en español.
Creo que todos mis lectores conocerán todos los matices e implicaciones que tiene dicho tiempo verbal en español (rogar, pedir, sugerir, prescribir, etc). Hubo un tiempo en el que yo escribía alguna de estas fórmulas en la pizarra, en la correcta línea comunicativa:
O algo similar.
Otros autores dan otros ejemplos de funciones, como “asentir a una petición”: Pase, pase.
O “invitar”: Toma otra pastita
Hasta que un día descubrí en un texto legal lo que significa exactamente » el imperio de la ley» y me gustó el concepto. Luego relacioné el término “imperio” con el nombre del tiempo verbal y comprendí hasta qué punto fue clarividente el gramático que decidió que cuando un hablante de español dice a otro: ¡Canta!, le está mandando, ordenando, y por eso a esa forma verbal la llamó IMPERATIVO. Es decir, el término IMPERATIVO designa la FUNCIÓN COMUNICATIVA que corresponde a las formas lingüísticas Canta, cante usted, cantad, canten ustedes.
Desde entonces, cuando llegamos a la lección correspondiente, escribo en la pizarra:
Mis estudiantes asiáticos miran en su diccionario el término “IMPERATIVO”, lo cierran (o lo apagan), miran la frase un minuto (más o menos) y se echan a reír.
ACTIVIDADES
- Prepara una conversación telefónica entre dos mujeres casadas y con hijos de unos 40 años. Incluye las siguientes funciones comunicativas:
- Hacer una propuesta para salir
- Aceptar una propuesta totalmente
- Aceptar una propuesta a medias
- Rechazar una invitación
- Hacer una propuesta alternativa
- Terminar en acuerdo.
2. Relaciona las funciones con sus exponentes:
A Preguntar cómo se va a un sitio
B Decir que no conoces esa dirección
C Dar instrucciones sencillas para ir a un sitio
D Preguntar por preferencias
E Decir cuáles son tus preferencias.
F Aceptar una propuesta de invitación y pedir detalles.
G Insistir en una invitación.
H Rechazar una invitación y dar excusas
I Pedir un favor
J Pedir permiso
K Dar permiso.
L Asentir a una petición.
M Ofrecer ayuda
N Dejar que el otro elija.
1 ¿Tú qué prefieres, ir al cine o al teatro?
2 Venga, hombre, solo será un momento.
3 ¿Te importa que me siente en tu mesa?
4 No, siéntate, siéntate.
5 Pues yo prefiero ir a cenar.
6 Vale, ¿a qué hora quedamos?
7 ¿Ves aquel edificio alto?, pues allí es.
8 ¿Me traes la carpeta de la facturas, Lola?
9 No, no, lo siento, tengo que volver a casa.
10 Lo siento, no soy de aquí.
11 Vale, lo que tú quieras.
12 ¿Puede decirme cómo se va a la catedral?
13 Claro, ahora mismo.
14 Trae, yo llevo esa caja.
Clave actividad nº2:
A-12; B-10; C-7; D-1; E-5; F-6; G-2; H-9; I-8; J-3; K-4; L-13; M-14 ; N-11