La corrección de textos escritos (y orales) es generalmente una de las tareas que a los profesores les incomoda más. Sin embargo, para el proceso de aprendizaje es fundamental.
Los alumnos más comprometidos con su aprendizaje demandan, a veces con insistencia, que se les corrija. Es más, se quejan de que no se les corrige y de que por esta razón, no mejoran.
Y ese es el valor fundamental de la corrección: la mejora de la expresión en la producción del aprendiz.
Para el profesor con cierta experiencia en la enseñanza de ELE a grupos de origen multilingüe no le resulta es difícil hallar el origen de los errores de sus estudiantes, que pueden estar provocados, en líneas generales, por dos factores:
las características de la lengua materna del hablante y
algunos aspectos “intrínsecos” del español que presentan resistencia a ser aprendidos por una mayoría de aprendices, sea cual sea su lengua materna.
¿Qué profesor/ alumno no desespera ante las dicotomías ser/estar o por/para? Pero no hay que rendirse ni desesperarse. Cometer errores es un paso necesario para llegar a una meta, ya sea en la vida o en el aprendizaje.
A continuación aparece un escrito de una estudiante. Cuando escribió el texto llevaba unas 50 horas de clase.
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